Quizá haya llegado la hora para el veterano socialista de levantar el vuelo y migrar a tierras más amables.
Joaquín Leguina, el Pepito Grillo del Partido Socialista, ha vuelto a hacer de las suyas censurando al Gobierno su repentino cambio de opinión sobre el trasvase del Ebro. No es la primera vez que el ex presidente de la Comunidad de Madrid da la nota discordante. Leguina, que vive alejado de la política activa y suele expresarse a través de su bitácora, no tiene pelos en la lengua y, libre de servidumbres políticas, dice lo que le viene en gana.
Joaquín Leguina, el Pepito Grillo del Partido Socialista, ha vuelto a hacer de las suyas censurando al Gobierno su repentino cambio de opinión sobre el trasvase del Ebro. No es la primera vez que el ex presidente de la Comunidad de Madrid da la nota discordante. Leguina, que vive alejado de la política activa y suele expresarse a través de su bitácora, no tiene pelos en la lengua y, libre de servidumbres políticas, dice lo que le viene en gana.
Su opinión sobre el trasvase no puede ser más sensata y más en línea con las críticas que, desde la oposición, se han lanzado al Gobierno. La guerra del agua abierta irresponsablemente por el PSOE hace cinco años ha terminado por pasar factura a sus inspiradores. Los que hicieron bandera ecológico-demagógica contra el PHN se han visto obligados a recrear una parte de él para salvar de una catástrofe hídrica a Cataluña. Esto es algo tan irrebatible que cualquiera puede ver, excepción hecha de los medios progubernamentales. Y no sólo el trasvase en sí, sino la solución mágica que en 2004 Zapatero se trajo bajo el brazo para aplacar la sed del levante español: las plantas desalinizadoras. Si trasvasar agua del Ebro era dañino para el medio ambiente la desalación de agua marina lo es mucho más. Y eso también es irrebatible.
Leguina, evidentemente, no ha dicho nada que no supiésemos desde hace años. Su crítica, sin embargo, le ha puesto un poco más lejos de la ortodoxia zapaterina. Quizá haya llegado la hora para el veterano socialista de levantar el vuelo y migrar a tierras más amables. No sería el primero en hacerlo. Las filas de UPyD y Ciudadanos están plagadas de disidentes que un día, hartos de tanto oportunismo, dijeron basta.
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