martes, 30 de junio de 2009

La sombra catalana de Batasuna


Los recientes episodios de violencia callejera independentista han llevado a Ciudadanos a denunciar la existencia de una cierta impunidad respecto a las actos que protagonizan esos jóvenes radicales.

Es posible que en determinados ámbitos políticos y sociales se reste importancia a la quema de una pantalla gigante en la que se retransmitía un partido de la selección española o los reiterados ataques a las sedes del PP. Pero no en los Mossos d´Esquadra, donde la Brigada de Información sigue muy de cerca la violencia callejera protagonizada por el independentismo radical.

Los recientes episodios de violencia callejera se unen a la cíclica quema de fotos del Rey o de banderas españolas durante actos de reivindicación identitaria. Todo ello demuestra que esa virulencia se mantiene y que el denominado independentismo revolucionario sigue vigente, lo cual ha llevado a Ciudadanos y PPC a denunciar la existencia de una cierta impunidad respecto a las actos que protagonizan estos jóvenes radicales.

«¿Kale borroka?»

Las acciones cometidas por estos grupos no incluyen en la actualidad la colocación de artefactos explosivos en sedes de partidos políticos, entidades bancarias o ETT, tal como solía ocurrir en los años 2000 y 2001, fechas en las que el comando Barcelona de ETA estuva en pleno apogeo y sus acciones agitaban otro tipo de terrorismo de baja intensidad. Sin embargo, los ataques contra la Monarquía, la bandera española y el ejército se mantienen, y eso se ha traducido en causas abiertas en la Audiencia Nacional o en la justicia ordinaria.

Fuentes de los Mossos aseguran que los episodios de violencia callejera, que en algunos momentos tuvo tintes de «kale borroka», son, hoy por hoy, esporádicos, pero muy mediáticos, efecto este último muy buscado por un movimiento que se nutre de jóvenes alternativos -entre éstos destacan los «okupas»- y que siempre ha negado posibles contactos con el terrorismo vasco, aunque no esconden su fascinación por el movimiento abertzale. Esta admiración también tiene traducción electoral.

Iniciativa Internacionalista-La Solidaridad entre los Pueblos (II), coalición promovida por la ilegalizada Batasuna para las elecciones europeas, obtuvo 175.895 votos (1,12% del total), de los que 16.575 fueron registrados en Cataluña -12.334 en Barcelona; 1.685 en Girona; 1.710 en Tarragona y 846 en Lleida-. Después del País Vasco y Navarra, Cataluña es la comunidad donde más apoyos logró II.

En las europeas de 1999, cuando estaba vigente la tregua de ETA, Euskal Herritarrok logró un escaño y también fue significativo el apoyo de otras comunidades como Cataluña, donde recabó 17.607 sufragios. En los comicios de 2004, los herederos de Batasuna no pudieron presentarse porque su lista fue ilegalizada. Pero el mayor respaldo a la izquierda abertzale tuvo lugar en los primeros comicios celebrados en España al Parlamento europeo, en 1987, cuando HB sumó 360.952 votos -39.692 en Cataluña-.

El relativo éxito de las CUP

A diferencia del independentismo vasco, en la comunidad catalana no hay un referente sindical. Ni tampoco político, porque consideran a ERC demasiado oficialista. Quienes defienen la revolución independentista son herederos del Partit Socialista d´Alliberament Nacional dels Països Catalans (PSAN), uno de los pocos partidos de la transición que han sobrevivido y que comparten espacio ideológico con Maulets, Endavant-OSAN o el Moviment de Defensa de la Terra (MDT), formaciones que protagonizaron un intento fallido de unificación en los albores del postpujolismo.
El único partido que se mueve en la órbita de esos movimientos y que ha logrado una cierta implantación son las Candidatures d´Unitat Popular (CUP). En las municipales de 2007, las CUP obtuvieron un total de 20 concejales y representación en ciudades como Manresa, Mataró, Molins de Rey o Vic. Pero las CUP son conscientes de sus limitaciones y de la fragmentación del electorado del independentismo revolucionario, por lo que ha descartado presentarse o los próximos comicios autonómicos.

Si bien es cierto que el independentismo radical se caracteriza por una endémica atomización, sus apoyos sociales son más amplios de lo que parece. Se calcula que existen un centenar de locales, creados a partir del año 2000, donde este movimiento celebra sus reuniones. Casales, ateneos, bares repartidos en Cataluña se han convertido en centros neurálgicos de estos grupos que han encontrado en internet una impagable herramienta de comunicación y de convocatoria.

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